lunes, 26 de abril de 2010


Y ella se resistía. Y se seguía resistiendo.
Y un día se dio cuenta de que todo lo que hacía, absolutamente todo, era seguir sus pasos.

Le buscaba en el verde del parque, en el azufre del asfalto...
En el agua de los días grises y en las noches que se le antojaban borrosas.

Y siempre le encontraba.

Y se quedaba allí, al otro lado de la acera, con el pelo de su flequillo haciéndole cosquillas.
Con la sensación de no haber acabado. Con las ganas de cruzar.

Pero la intensidad de las ganas de cruzar era la misma que le impedía hacerlo. Que le paraba los pies justo en el momento de arrancarse a andar. La misma que le llenaba de rabia.

Y desgraciadamente, la misma con la que hacía una cosa más.

sábado, 10 de abril de 2010


...todo en absoluto.

Sabiendo que no existe, ni existirá un termino medio, ¿por qué debería fingir que estoy en él? ¿Que estamos en él?

¿Sabes? Estos días me han enseñado que el silencio es mucho más inteligente que tú y que yo. (que no nosotros)

Y que la distancia es mucho más sana que el atropello y las palabras porque sí.
Y que aunque te me atraviesas como un clavo en la madera, no me hace falta que vuelvas.