lunes, 6 de diciembre de 2010



...tengo tus postales encima de la mesa.
En el mismo sobre en el que me las trajiste.

Hace un tiempo me habría planteado colocarlas en mi pared.
Pero ahora no tendría ningún sentido.

Me conozco y sé que las voy a guardar.
Ahí, donde están.
Como si de una barrera arquitectónica más se trataran.

No me sirve que me mires de reojo ahora y que no supieras hacerlo
directamente en su día.

Me gusta pensar que todavía te engañas y piensas que lo hiciste todo bien.
Me gusta pensar que aunque lo intentes, sabes que no fue así.

Sigo temblando cuando te intuyo cerca. Y grabo cada uno de los momentos.

¿Sabes?

Me gusta pensar que sabes lo que te perdiste.
Y odio sentir que, sabiendo lo poco que perdí yo...
...todavía me duele.