Ayer llamaron a la puerta.
Y cuando abrí...
Digamos que el
pecado al que llamaba con la creación de este espacio de ideas, llegó.
La verdad, hubiera preferido... a la
soberbia, por ejemplo.
Pero no.
La
ira se instaló en los huecos libres de mi organismo y se quedó conmigo.
Incluso pretendió soñar conmigo.
Digamos que la dejé meterse en mi cama.
Y como intuía que iba a pasar...
...y como pasa muchas veces cuando dormimos
con alguien que no debemos, cuando he abierto los ojos ya no estaba.
Y menos mal...
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