Y de repente somos extraños.
Y me toca destrenzar imágenes, pasos, manos.
Dos fueron suficientes. Y dos ni siquiera fueron suficientes.
No sé reaccionar.
Me bloqueo, me empaño y después exploto en mil colores.
Y en sal.
He visualizado y retratado el momento de volver a verte.
Todo esto sabiendo que no quiero volverte a ver.
Te tengo aquí en el pecho, en la garganta y en las pupilas.
Y odio cuando las lágrimas bajan a la velocidad de la luz
y se hielan en mi cuello.
...somos extraños, iba diciendo.
Yo tampoco pensé que esto sería así.
Pero está claro que pensé que sería de otra forma.
Con otro olor, y con otro color.
Extraños.
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