¿Y qué más? Sé que no éramos, y sé que no somos.
No negaré que has llegado a erizar hasta el último pelo de mi cuerpo.
No negaré que me movías, y que lo sigues haciendo.
Se me ha caído el reloj.
Y las ganas. Pero esas se recogen rápido. Solas. Porque son tan tontas como yo, y se alimentan a sí mismas.
Has ido a acercarte sin darte cuenta. Y has retrocedido.
¿Tanto cuesta hacerlo delante de una pupila dilatada?
Supongo que sé la respuesta. Y no la mía, precisamente.
No ha habido promesas. De ningún tipo.
Ni compromisos disfrazados.
No me ha dado tiempo a caer por completo, y sin embargo, ya estoy obligada a levantarme.
¿Sabes? Me jode porque esta vez no sólo avanzaba algo a mi alrededor.
Avanzaba yo. En mi cabeza y en mis muebles de dentro.
Y por eso quema. Por eso quema más.
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